Eres embajadora de la salud del océano. ¿Por qué?
Siento que, como surfista, es mi deber contribuir a educar a los demás, porque nosotros experimentamos el daño que sufre el océano más directamente que las personas que no tienen relación con él, o que por lo menos eso se piensan. No sabes la cantidad de basura que nos encontramos. Tratamos de hacer comprender a la gente que las elecciones del día a día afectan al océano, incluso cuando no estás cerca de él. No importa dónde se tiren los plásticos: lamentablemente, las probabilidades de que acaben en el mar son muy altas.
¿Para ti, qué hace que un estilo de vida sea sostenible? ¿Qué consejo les darías a los demás?
Todos debemos consumir de manera más responsable y comprar productos de calidad que tengan una larga vida útil y que se puedan reciclar o reutilizar. Si ya no necesitas algo, dáselo a otra persona. Consume productos de empresas que están comprometidas con la sostenibilidad. Por ejemplo, aquellas que utilizan materiales reciclables para sus embalajes o que se esfuerzan en que sus propios productos sean más sostenibles. Solo tenemos que tener clara una cosa: qué compramos y qué utilizamos. Por ejemplo, yo encontré algunas empresas pequeñas que hacen champú, barras de jabón y acondicionador, y los venden envasados en un pequeño envoltorio de papel. Cuando los has gastado, no queda casi ningún residuo.
¿Qué más crees que podemos aprender de los surfistas?
Creo que las y los surfistas son unos adelantados a su tiempo por la manera en la que afrontan sus vidas. Hacen algo que los hace sentir realmente vivos, felices y rejuvenecidos, y los mantiene conectados con la tierra de una forma que sería saludable para toda nuestra sociedad. Además, las y los surfistas tienen un objetivo constante: descubrir cosas nuevas, desafiarse a sí mismos, vivir aventuras... Son aspiraciones dignas de admiración. Estar constantemente buscando la felicidad hace que la encontremos en el camino.