Quienes conocen Audi, conocen quattro. Y una vez que se ha conducido con quattro, ya no se quiere conducir de otra manera. ¿Por qué? Porque este sistema de tracción traslada la potencia del motor a la carretera de una forma muy convincente.
Con el diferencial deportivo es como conducir sobre raíles
La tracción quattro opcional con diferencial deportivo refuerza aún más esta inimitable sensación. Los vehículos tienden a subvirar cuando están tomando una curva. Se trata de un proceso físico normal: un cuerpo en movimiento ofrece resistencia cuando se produce un cambio en la dirección de ese movimiento. Los neumáticos elásticos y los soportes de la suspensión se tensan hasta que el vehículo adopta la nueva dirección. Cuando se acelera al entrar en una curva, la carga sobre el eje delantero se reduce y, por tanto, puede transmitir menos fuerza lateral a los neumáticos (el vehículo subvira).
Esta tendencia se ve contrarrestada en gran medida por el diferencial deportivo en el eje trasero. Esto se debe a la incorporación de una unidad de superposición con dos etapas de engranaje al diferencial quattro del eje trasero a la izquierda y a la derecha. De esta forma se garantiza que cada rueda de este eje reciba un grado diferente de par de tracción. Los embragues se activan mediante un actuador electrohidráulico. En función de factores como el ángulo de la dirección, la aceleración lateral, el ángulo de desviación y la velocidad, la unidad de control calcula la distribución del par motor a las ruedas más adecuada para cada situación de la conducción. Por ejemplo, cuando se gira el volante o el coche acelera en una curva, la potencia se redirige específicamente a la rueda exterior trasera.
Esto tiene como efecto que el vehículo se ve impulsado en la curva de modo que sigue el ángulo trazado por las ruedas delanteras. La diferencia entre la fuerza de tracción de las ruedas del lado izquierdo y del derecho, ejerce un efecto de dirección adicional que a hecho que las correcciones con el volante sean innecesarias. Esto permite un control preciso y una maniobrabilidad deportiva, así como una mayor agilidad acompañada de una tracción extraordinaria.